García Márquez en 90 minutos by Paul Strathern

autor:Paul Strathern
La lengua: spa
Format: epub
editor: Siglo XXI de España Editores, S. A.
publicado: 2017-01-12T00:00:00+00:00

—¿De dónde salió?

—Del gallo –respondió la mujer–. Los muchachos le han traído tanto maíz, que decidió compartirlo con nosotros. Así es la vida.

Cuando la novela se acerca a su final la situación sigue sin resolverse. El coronel y su esposa siguen pasando penurias, la pelea de gallos sigue siendo un evento futuro, y no se sabe nada de la pensión del coronel. Pero ha habido un cambio sutil. Las nubes amenazadoras y la lluvia incesante han dado paso a cielos despejados. Ha llegado un circo a la ciudad, lo que trae al coronel recuerdos de tiempos mejores. Decide ignorar la insistencia de su mujer e incluso cambia de ruta para no ir a la oficina de correos. En la última escena su mujer pierde la paciencia y le pregunta:

—Dime, qué comemos.

El coronel necesitó setenta y cinco años –los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto– para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:

—Mierda.

La exclamación final del coronel resuena como un eco de todo lo que ha pasado. Es una referencia velada e irónica a su estreñimiento, un símbolo del microcosmos de sus vidas así como del macrocosmos de la Violencia. Sin embargo, en boca de un coronel amable, acostumbrado a hablar con moderación y profunda aversión a lo profano, es la constatación de su resistencia interior.

En 1957, García Márquez recibió un telegrama en el que le ofrecían un puesto de trabajo en una revista de Caracas, Venezuela. Un amigo se había acordado de él. A los pocos días de llegar allí, los militares venezolanos se levantaron contra el dictador general Marcos Pérez Jiménez. Observó con su amigo desde una ventana cómo pasaban los aviones por encima de los tejados disparando contra el palacio presidencial. Esa noche, mientras escuchaban la radio intentando dilucidar qué había ocurrido, vieron un avión militar saliendo de la ciudad a oscuras en dirección a la costa. Era Jiménez, que se iba al exilio con maletas llenas de millones de dólares. (Debido a las prisas para subir al avión uno de sus secuaces se dejó en la pista una maleta con once millones de dólares.) Días después García Márquez estaba con otros periodistas en el palacio presidencial mientras la nueva junta deliberaba a puerta cerrada. Inició una conversación con quien había sido el mayordomo del palacio los últimos 50 años mientras presidentes y dictadores iban y venían. Había trabajado allí incluso durante el gobierno del famoso tirano general Juan Vicente Gómez. García Márquez escuchó embelesado los detalles privados, anécdotas y flaquezas del hombre que había ejercido durante 27 años (1908-1935) el poder absoluto en Venezuela.

Pocos meses después García Márquez volvió a Colombia. Por entonces habían derrocado al dictador militar y las elites de los partidos conservador y liberal habían llegado a un acuerdo para crear el así llamado Frente Nacional. Esta amalgama era una fantasía democrática curiosa incluso para los estándares latinoamericanos. Ambos partidos decidieron celebrar elecciones regularmente, pero para evitar la violencia asociada al proceso democrático, los resultados se decidirían con antelación.

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